Una vez determinada la forma de los panales era necesario cerrarlos, es decir, determinar la forma más económica de cubrirlos. Se adoptó la siguiente forma: el fondo de la celda se construye con tres rombos iguales.
Maraldi, astrónomo del observatorio de París, determinó experimentalmente y con absoluta precisión, los ángulos de ese rombo y descubrió 109º 28’ para el ángulo obtuso y 70º 32’ para el ángulo agudo.
El físico Réaumur, suponiendo que las abejas se guiaban por un principio de economía, le propuso al geómetra alemán Koening, en 1739, el siguiente problema: De todas las células hexagonales cuyo fondo está formado por tres rombos, determinar aquella que pueda ser construida con una mayor economía de material.
Koening, que no conocía los resultados obtenidos por Maraldi, determinó que los ángulos del rombo del panal matemáticamente más económico debían ser: 109º 26’ para el ángulo obtuso y 70º 34’ para el ángulo agudo.
La concordancia entre las mediciones hechas por Maraldi y los resultados calculados por Koeníng era pasmosa. Los geómetras llegaron a la conclusión de que las abejas cometían un error de 2’ en el ángulo del rombo de cierre, cuando construían sus panales.Si bien las abejas cometían un error, los hombres de ciencia concluyeron que, entre la celda que ellas construían y aquella que era calculada matemáticamente existía una diferencia extremadamente pequeña.
¡Hecho curioso! Algunos años después (1743), el geómetra Mac Laurin retomó el problema y demostró que Koening se había equivocado y que el resultado era precisamente el de los ángulos dados por Maraldi -19º 28’ y 70º 32’.
Las abejas tenían razón. ¡El matemático Koening se había equivocado!